sábado, 12 de marzo de 2011

La Calle del Infinito


Iba caminado por la calle, y de pronto me encontré con un elefante azul. El elefante me miro un instante y me pregunto: “¿Como puedo llegar a la Calle del Infinito?”. Lo miré y le pregunté ¿De que carajo me estás hablando?. “De la Calle del Infinito”, repitió él. “Si es del infinito no debe empezar ni terminar en ningún lado, por lo tanto no debe existir”, le dije. El elefante mi miro como a un niño ingenuo y respondió que la calle debía existir en alguna parte, y siguió su camino a grandes pasos. Yo por mi parte continué y a los pocos metros me cruce con un hombre un poco andrajoso que me inquirió sobre donde podía comprar algo de vino. Le indique un kiosco que había a una cuadra y lo vi alejarse. Al rato aparecí en la Calle del Infinito. No tenía numeración alguna. La camine largamente, hasta que al fin me volví a encontrar donde había empezado. Solo que el tiempo había pasado y ya no era el mismo lugar, ni yo la misma persona. Me volví sobre mis pasos hasta encontrar al elefante, que estaba tomando vino con el borracho. Le dije que había encontrado la calle del infinito, que podía llevarlo allí si quería. El elefante vació el cartón de vino de un trago, y dijo que la calle del infinito era una fabula tonta. Y acto seguido se quedo dormido en el cordón de la vereda. Mientras me alejaba se me acerco el borracho, diciendo que el elefante le había tomado todo el vino y que como ya se le estaba pasando la borrachera quería ir a ver la Calle del Infinito. Lo acompañé hasta el lugar, pero la calle había desaparecido. Me miro un rato y me dijo “debo estar más borracho de lo que creí. He soñado con un elefante azul que habla y toma vino y un demente que conoce como llegar a la Calle del Infinito. Mejor me voy a dormir, así mañana puedo dejar de beber y buscarme un trabajo”.

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